Las mayores restricciones que se presentan en la navegación en el Golfo Nuevo, a lo largo de los últimos años, y los criterios de aplicación obligan a abrir un debate serio y respetuoso, y en ese marco el Club Náutico Atlántico Sud considera oportuno aportar algunas reflexiones.
Han transcurrido diez años desde que entró en vigencia el Plan de Manejo de Península Valdés y la realidad impone la necesidad de readecuarlo, actualizarlo y perfeccionarlo. Para ese menester hace falta vocación de apertura de modo que la mayor cantidad de actores puedan opinar, dar sus puntos de vista, y que no quede blindado a decisiones de un puñado de personas.
Y, tal vez aquí radique uno de los mayores desafíos para que bajo el objetivo de garantizar la preservación del medio ambiente y los recursos naturales no sea la mecánica de prohibir la única forma de cuidar el entorno que es patrimonio de todos.
Hay interrogantes que se imponen: ¿cuándo saldremos de estas antiguas políticas de conservación, que cuidan poco?
El mundo reconoce que Chubut, con la protección emprendida en 1966 de cuidar la fauna marina (ballenas, lobos, elefantes, pingüinos, etc.) cuando se puso en marcha algo inédito que además de prender una luz de interés turísticos, nos calificó culturalmente ante un mundo. Pero con las noticias que se repiten no con evolución inteligente de protección sino con el facilismo restrictivo, volvemos cada 7 u 8 meses a la misma rutina “se dio por cerrada la temporada de avistajes de ballenas y se abrió la de paseos náuticos”.
Esto, hace un par de décadas, era la única alternativa de protección, pero hoy con los registros permanentes de los sistemas satelitales, qué hacemos marcando con sistemas geodésicos del tiempo de Cristóbal Colón.
En los lugares de mayor concentración de ballenas y fauna, es obvio, que hasta los avistadores oficializados, deberán hacer tránsitos religiosos. Pero no entrar en la prohibición, por prohibir.
Hoy, en el mundo hay no menos de 30 lugares donde se hacen avistajes de ballenas y faunas, con criterios de manejo respetuoso y con el uso de tecnologías, que individualizan al trasgresor.
Nuestra reflexión, es que trabajemos para una armonía perdurable que nos dé sustentabilidad a la presencia de cetáceos y fauna marina. Un dato que no se debe soslayar es que la navegación deportiva en general y la navegación a vela en particular no registran incidentes dentro del Golfo Nuevo ante la presencia de ballenas, ya que debe entenderse que quienes practican estas actividades son los principales interesados en la preservación del medio y sus recursos.
Los hechos evidencian que la navegación deportiva es perfectamente compatible en este escenario natural de Península Valdés, y las políticas meramente restrictivas y prohibitivas poco ayudan a un manejo serio y superador, sino que debiera habilitarse un debate despojado de mezquindades que nos permita convivir dentro del Golfo Nuevo logrando un respetuoso equilibrio.
Comisión Directiva
CNAS
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